La vida de las lenguas suele ser larga y su nacimiento
misterioso. El español por ejemplo debe
tener un poco más de 1000 años desde que se le comenzó a catalogar como una
lengua mayormente unificada, procedente e independiente del latín vulgar
hablado en la península Ibérica durante el apogeo del Imperio Romano. Si bien,
muchas otras lenguas “importantes” (no por prestigio, sino por número de
hablantes) han pasado por el mismo proceso pausado de estabilización, evolución y propagación;
también hay otras cuya existencia es de apenas poco más de un siglo, como es el
caso del idioma italiano.
Esta lengua que para muchos parece melódica y romántica
es todavía bastante joven, pues antes de la unificación de Italia en 1870, se
hablaban extensamente en la península
itálica alrededor de una treintena de lenguas latinas (ahora conocidas como dialetti) muchas veces no inteligibles
entre sí.
Ahora bien, el cambio lingüístico es un proceso que todos experimentamos
de primera mano. Basta recordar aquellas palabras extrañas que usa o usaba tu
abuela y nunca se las has vuelto a escuchar a nadie más. O la forma “extraña” de hablar que tienen las
nuevas generaciones con tantos anglicismos y términos relacionados con el
internet. No pasa nada; palabras van y vienen
y al final nos podemos seguir entendiendo de maravilla, pero lo peculiar
del caso de Italia fue que de una generación a otra el código entre padres e
hijos cambió bruscamente.

Entonces, con el fin de contribuir a la cohesión de la nueva
nación unificada, se optó por establecer el dialecto de Florencia, Pisa y Siena
como la nueva lengua nacional, cuyo léxico a sus vez también se vio enriquecido
por numerosos prestamos lingüísticos de dentro y fuera de Italia.
Es normal que una lengua se sobreponga a otra por razones
militares, económicas o políticas; sin embargo, en el caso del italiano fue por
razones relacionadas con el prestigio cultural y literario de la Toscana, pues
fue en “toscano” que Boccaccio, Alighieri y Petrarca escribieron las obras que
marcarían el prerrenacimiento italiano.
Todavía para finales del siglo XIX, menos de un cinco por
ciento de la población era capaz de entender italiano estándar y se dependía
mucho del uso de
dialetti para lograr
una comunicación efectiva.
No fue sino hasta mediados del siglo XX que la
evolución de los medios de transporte y comunicación, ayudaron a que el
italiano moderno fuera ganando terreno.
Así, con la facilidad para viajar de un parte del país al
otro en tren y las estaciones de radio y televisión emitiendo su contenido
solamente en italiano, se logró que en 2011 esta lengua se convirtiera en el
vehículo de comunicación primario de la mayoría de los italianos,la cual hoy en día y según la
Academia
della Crusca es la lengua madre del 53% de los 60 millones de italianos.
No hay comentarios :
Publicar un comentario